Aguas cristalinas, una playa en el horizonte, el viento ondeando las velas, el agua salada golpeando la quilla,... idilico eh?

En el oceano de los negocios, las cosas son algo mas turbulentas. Skippers que no saben llegar a puerto, piratas y raiders que atacan empresas mediante opas hostiles, pequeños agujeros que hunden barcos, tormentas economicas, tiburones de las finanzas y, por supuesto, remoras.

La remora es un animal que se pega a otro para hacer autostop. Se aprovecha de la energia del tiburon, de las migajas de comida que le puedan caer, etc pero obviamente afecta a la velocidad y maniobrabilidad del mismo por lo que "molesta" a su huesped.

En las empresas hay remoras de todo tipo pero hoy me voy a centrar en una que en realidad no es tal: el credit manager. Por su rol, el Credit Manager maneja dos perspectivas inherentes, por un lado la necesidad de favorecer la expansión comercial y las ventas, y por otro tener en cuenta los riesgos y costes de la inversión en clientes. Ese trabajo en momentos de expansion economica lleva incluso a situaciones incomodas cuando su labor sistemática y prudente en el tratamiento del riesgo, es considerada como una remora para el departamento comercial.

Y sin embargo,.... existe otro tipo de pez que acompaña a los tiburones y ocasionalmente a los barcos, circunstancia que hizo creer a los marinos de la antigüedad que su intención era guiarlos de regreso a buen puerto, de ahí que lo bautizasen como "piloto" : El pez piloto mantiene una relación de mutualismo: ambas especies, pez piloto y tiburón, obtienen un beneficio mutuo de su asociación: el primero recibe protección y alimento a cambio de librar al segundo de los parásitos que cubren su piel (además de aprovecharse de los restos de comida de sus festines).

El credit manager, como pez piloto, libra al tiburon empresarial de los clientes-parasitos, le guia hacia caladeros de alta calidad y mantiene una relacion win-win en todo momento, porque sabe que la buena salud financiera del escualo es lo que permitira a ambos seguir navegando en las procelosas aguas de los negocios y alcanzar los ambiciosos objetivos presupuestarios .